Quienes me conocen, saben que he sido partidario, hasta hoy, de la confrontación de ideas, que prefiero enfrentar los asuntos de manera directa, sin darles vueltas. Por supuesto, esta práctica me ha traído consecuencias, y no han sido menores, porque la mayoría de las personas le apuestan a ser considerados políticamente correctos y no desdicen a nadie ni siquiera con el pétalo de un argumento. Como decía mi abuela Salustia: “Ca’quien hace de su vida un papalote y lo mueve como quiere”.
Cuando empecé a escribir en un diario porteño, en abril de 1982, me sorprendió la enorme facilidad de los políticos para darle vuelta a todos los asuntos y de su incesante búsqueda de no confrontarse con nadie, en público por lo menos, porque en privado era, son, capaces de decir las peores barbaridades unos de otros y viceversa.
¿Qué haríamos los periodistas sin los políticos, es decir, sin todos aquellos que participan en la administración pública o en los cargos de elección popular?. No lo sé, pero seguramente el medio periodístico sería muy aburrido y quedaría sólo el ámbito del deporte y de la farándula para hacer de la declaración insulsa e intrascendente, en gran parte de los casos, noticia de ocho columnas.
Los políticos suelen darle largas y vueltas a los asuntos. No toma decisiones cuando deben tomarlas, como deben tomarlas y para lo que deben tomarlas. Casi todos, las excepciones sirven para confirmar la regla, dejan que los asuntos se “aceden”, esperan que el tiempo los resuelva o que, mejor aún, alguien se vea obligado a resolverlos.
Por eso, encontrar políticos que digan lo que piensan, que se comprometan y, mejor aún, que cumplan sus promesas, se ha convertido en una tarea para Hércules o tal vez para La Araña.
Necesitamos políticos, funcionarios, legisladores, regidores, que sean capaces de resolver problemas propios de su ámbito de responsabilidad. La mayoría tiene la excusa a la mano, el pretexto, pero no se arriesgan a proponer soluciones y a comprometerse.
Por eso, cuando aparece alguien que rompe con este paradigma, la respuesta de la gente es comprensible: se entregan en cuerpo y alma, aunque cabe decir que estos casos son escasos porque, desgraciadamente, son la excepción y no la regla de lo que ocurre en el ámbito público.
Recuerdo que en 1991, Carlos de la Madrid Virgen era el candidato a gobernador y entonces dijo algo que sorprendió a muchos de colimenses: no haré promesas porque no quiero defraudarlos. Cumplió.
Carlos de la Madrid fue un buen gobernante, discreto que vivió circunstancias personales duras, difíciles, durante su mandato, pero fue un hombre honesto en el ejercicio del poder e hizo lo que las circunstancias le permitieron hacer y no fue poco.
Como político, Carlos de la Madrid podría ser catalogado como anticlimático, porque no andaba en busca de reflectores y tuvo la decencia de llamar a las cosas por su nombre. Durante su mandato, los docentes agrupados en la Sección Seis del SNTE fueron homologados con la prestación que recibían quienes laboraban en la Sección 39 del mismo sindicato, de recibir 23 días de salario como compensación en el mes de mayo y los municipios de Tecomán y Armería pasaron a formar parte de la región 3 salarial, es decir, con el 100 por ciento de sobresueldo.
No fue fácil la negociación de los 23 días, baste recordar que el responsable de las finanzas estatales era Ernesto Terríquez Sámano, y no conozco a nadie que sostenga que Ernesto es “pan comido” a la hora de negociar o discutir un asunto, cualquiera que éste sea. Sin embargo, el asunto tuvo un final feliz, por lo menos para los docentes de la Sección Seis.
Pero los políticos, la mayoría de ellos, creen que si no salen en los medios de comunicación, no existen. Gastan miles de pesos, cientos de miles, en campañas por demás inútiles. Suelen tener pavor de los periodistas y casi siempre son incapaces negarse a ser entrevistado y no lo hacen porque hay una relación de amor y odio entre él y los periodistas. Como dice la canción que cantaba Julio Jaramillo: “te odio y te quiero”.
En esta campaña se dio el caso de un candidato que fue el único de todos los registrados para todos los cargos que se eligieron el cinco de julio, que fue atacado duramente por el diario de más circulación en su municipio y por otro de la capital del estado que distribuye entre 300 y 400 ejemplares, sobre todo en el puerto. El hizo una campaña basada más en el contacto directo con los electores y menos en la propaganda pagada en medios impresos. A pesar de eso, o tal vez por eso, ganó con mucha diferencia sobre el segundo lugar.
Por ello, resulta fundamental reflexionar acerca de la verdadera importancia y trascendencia de los medios en la vida pública, más allá de las voces interesadas en un sentido o en otro. Estamos a tiempo.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1. El asunto del CENDI en Villa de Alvarez tiene aristas interesantes. Primero, el dirigente del PT, Joel Padilla Peña, reclamó la suspensión de la obra por el ayuntamiento. A su vez, el director de Obras Públicas de ese municipio dijo todo se debía a que los petistas, o el patronato, construyeron en una superficie que no es de su propiedad. Según se desprende de lo publicado en Milenio, el gobierno del estado donó 5 mil metros cuadrados para el CENDI, pero eran insuficientes y los petistas solicitaron al ayuntamiento cinco mil metros cuadrados más; sin embargo, al no obtenerlos, los tomaron por su cuenta. Así están las cosas, hasta hoy.
2. El PAN y sus miserias ha sido expuesto por los panistas en los últimos días. La embestida de los opositores al presidente Calderón se apaciguó en cuanto se reunieron e corto y les llegaron al precio. Todos se vendieron. Los locales y los nacionales. Todos tuvieron un precio: candidaturas, cargos en el partido o en la administración federal.
3. Si creemos tan ingenuamente en las ideas es porque olvidamos que han sido concebidas por mamíferos. E. M. Cifran
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