"LA universidad ha iniciado una nueva etapa. Por supuesto: las únicas fronteras perceptibles entre los periodos de la vida son los linderos colocados por nosotros mismos, en ejercicio de alguna razonable convención. En rigor, no siempre existen estadios precisos con límites exactos, capaces de permitirnos dividir la existencia y decir, como solemos hacerlo: aquí termina un capítulo de la historia y otro comienza. De alguna manera, cada nuevo capítulo es la consecuencia del anterior, sea admitido y celebrado por el sucesor o, por el contrario, reniegue de él y lo combata. El continuador y el impugnador tienen títulos de sucesión semejantes: se es rector y luego exrector. Esta es una ley insoslayable.
“A poco más de un año de haber sido ungido como rector, Carlos Salazar Silva ya ensaya su propio camino al frente de la universidad. Ocupa la silla donde antes estuvieron Fernando Moreno Peña, Humberto Silva Ochoa, Alberto Herrera Carrillo, Ricardo Guzmán Nava y Angel Reyes Navarro, por mencionar sólo algunos. Cada uno intentó su propio camino; pero todos, a su manera, con su estilo personal y sus rasgos característicos, viajaron en la misma nave y anhelaron –así lo creemos, ilusionados– el mismo rumbo esencial. Pero nadie, absolutamente nadie, puede desmentir un hecho: en los últimos 17 años esta universidad mantuvo un crecimiento y una transformación impresionantes.
“Todo viaje fundamental implica, exige, supone, cierta teoría. En ella se fija el destino y con ella se explica y justifica el itinerario. No hacerlo así es andar a tumbos, navegar a ciegas; es permitir a los apremios –esos vientos devenidos a veces en huracanes– o a las contingencias –esas circunstancias estrechantes–, tomar, por la fuerza o el azar, decisiones cuyos sustentos deben ser la convicción y la razón. ¿Qué sería de un viaje por la vida sin una teoría sobre la vida misma? ¿Qué de un gobierno del Estado sin una teoría del Estado? De igual forma –y por encima de todo– se está obligado a proceder en la universidad.
“La de Colima nació bajo el empuje de una idea y de un programa. Y ahora, en 1998, al borde del año 2000, la víspera de la grandeza o el precipicio, y en todo caso el único tiempo donde nos tocó vivir, ¿qué es la universidad? A casi 58 años de haber sido fundada, ¿cuáles son el presente y el futuro de esta universidad?
“Se debe repensar a la universidad. Se debe establecer una luminosa y penetrante teoría de la universidad, capaz de mirar al futuro desde las alturas, no desde las barrancas. Sin esa teoría, probablemente tendremos docencia, investigación y difusión de una cultura; acaso se fortalecerán las finanzas universitarias; se instalarán nuevos campus de excelencia; se conseguirán lauros y medallas; se llevarán al mundo entero las
noticias de las ciencias cultivadas en Colima, ¿pero, subsistirá la universidad como la necesitamos y queremos? ¿Será ésta, además de una inmensa fragua profesional, una colosal forja de colimenses, de mexicanos? ¿Constituirá, además del recinto donde se preparan los científicos y los humanistas, el reducto
donde se aseguren la identidad y la permanencia de Colima, de México?
“Por lo pronto, la Universidad de Colima se encuentra en el centro de una asediada fortaleza: la educación pública superior, cuya rendición se reclama desde adentro y desde afuera. Adentro la demagogia y la mediocridad acechan; afuera conspiran los eternos promotores de un nuevo proyecto para nuestro país. Hay quienes pretenden olvidar su origen popular y plantean una falsa dicotomía entre formación universitaria y finanzas sanas y se regodean al hablar de manejar a la universidad como si fuera una empresa
“Una universidad como la de Colima no puede renegar de su origen popular, ni debe privilegiar sus estados
financieros por encima de su obligación con la sociedad en su conjunto. Está obligada a mantener sus puertas abiertas a todas las clases sociales y para ello requiere hacer accesibles sus cuotas por semestre y por los diversos servicios brindados en la institución.
“Tampoco puede crecer y convertirse en un centro de excelencia académica, donde se promueva a la investigación científica y la difusión de la cultura, si para lograrlo sacrifica a sus trabajadores. Un requisito indispensable para alcanzar estos objetivos es elevar en forma sustantiva las percepciones de los trabajadores universitarios y, en particular, de quienes son parte fundamental en este proceso: los docentes. Porque hoy, un catedrático de tiempo completo en la Universidad de Colima tiene, en el mejor de los casos, un ingreso similar al de un profesor con 35 horas frente a grupo, en una secundaria oficial.
“En este contexto, urge establecer una estrecha vinculación entre la universidad y la sociedad. El pragmatismo, lo reconozco con pesar, abomina este género de teorías. Y muchas mentes lúcidas y generosas –también lo acepto–, se han dejado abatir por el cansancio y la desilusión. Sin embargo, es preciso formular nuevamente esta convocatoria, con terca perseverancia; lanzarla en alta voz, con la más honda convicción. Porque si no sabemos qué es y qué debe ser nuestra universidad, ¿cómo conoceremos su rumbo, su
carácter y su destino?
“Ahí está el gran desafío: el rector Carlos Salazar Silva tiene la oportunidad histórica de cambiar la universidad, de abrir nuevos cauces a la educación interdisciplinaria, de enriquecer la difusión de la cultura y vincular sin cortapisas las escuelas y los institutos de investigación con todos los sectores de la sociedad y de consolidarla como un gran centro de investigación científica, social y tecnológica.
“Llegó el tiempo para realizar proyectos con grandeza de concepción. También resulta impostergable iniciar una etapa de conciliaciones y de un sólido trabajo académico. Al inicio del año 2000, la Universidad de Colima tendrá la posibilidad de ofrecer un audaz proyecto –cultural y académico– capaz de convertirse en un verdadero paradigma para la transformación de la educación superior de la región y, por qué no, del país mismo.
“Estos son los retos, largo es el camino. Ojalá haya la suficiente capacidad, sensibilidad y entereza para llevar la nave a puerto sin mayores apremios. Así lo esperamos muchos, por el bien de Colima y de México…”
Esta columna la escribí en Ecos de la Costa en 1998.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1.- El asunto de la carta de Elías Martínez, aún presidente de Tecomán, es realmente escandaloso y muestra con absoluta transparencia y claridad lo bajo que pueden llegar los panistas en aras de “sacar adelante el proyecto que platicamos”, según lo dice el propio Martínez a Jorge Iñiguez, dirigente estatal de los panistas. Realmente, la carta dice más, mucho más, que el video del (Ju)venal Bejarano.
2.- “… Uno de los fundamentos de la libertad consiste en poder hacer mal uso de ella…”: Luis Antonio de Villena
3.- “(…) Yo me voy a otra parte/ Y me llevo mi mano que tanto escribe y habla. (…)”: Jaime Sabines
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