5 de abril de 1990
Agenda Política
Miguel Acosta Vargas
El problema de la democratización de la sociedad mexicana en su conjunto no es de fácil solución, ni de efectos inmediatos. Con lo alcanzado hasta hoy, no puede afirmarse de manera rotunda que se haya mejorado siquiera un poco, que se haya avanzado en el largo camino de la democratización.
Por ser el partido en el poder, con ya mas de sesenta años de tener el control en este país, corresponde al PRI iniciar el proceso democratizador.
Muchas veces ha sido intentando esto; para desgracia de todos, la democratización ha quedado en el discurso sólo ha servido para que muchos luzcan conjuntos de adjetivos en su alabanza. Desde los ya lejanos tiempos de Carlos A. Madrazo, se habló de la democratización de los procesos de selección de candidatos y de elección de dirigentes partidistas. Madrazo, como la historia lo constata, perdió la pelea.
Puede afirmarse, en descargo del político tabasqueño que, por aquel entonces, al igual que en la época porfirista “...el pueblo no está preparado para la democracia”.
No obstante, casi veinte años después, los dirigentes priístas retomaron las banderas de Madrazo y abrieron las puertas para que todos aquellos que quisieran aportar ideas, opiniones, métodos y formas para lograr la democratización interna del partido, pudieran incorporarse y tener la posibilidad de expresar sus inconformidades con el actual sistema y, lo mas importante, aportar soluciones para ello.
Y la gran bronca se vino cuando muchos sintieron que perderían sus cuotas de poder, sus cacicazgos, sus prebendas. Muchos pensaron, amenazaron con abandonar al PRI si éste cumplía sus pretenciones de cambiar las actuales circunstancias, las formas y los mecanismos del poder.
Se habló entonces de que los nuevos grupos serían diligencias paralelas, partidos dentro del partido, fuerzas que agruparían a quienes tradicionalmente han sido enemigos acérrimos que por la coyuntura democratizadora se convierten en cómplices fugaces.
Tales fueron los argumentos de aquellos que sentían perder sus pequeños privilegios y veían peligrar su futuro político. Acostumbrados al golpe bajo, a la disciplina –entendida ésta como la incapacidad para tomar ninguna iniciativa, ni de hacer nada sin antes recibir línea-_ a la lealtad perruna. En fin, al viejo estilo de hacer política.
Aquellos cuyo mayor mérito político es “ser compadre de...”, sintieron temor y respondieron como acostumbran: con bravatas, con la amenaza de quitarles el reconocimiento como priístas, llamándolos traidores, acelerados; en fin usando todos los adjetivos que normalmente utilizan contra los miembros de otros partidos.
Hoy por hoy, la lucha por la democratización está en su apego y esperamos para ver si los democratizadores aprovechan la oportunidad de hacer algo por mejorar ese partido, antes que se les deshaga entre las manos.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
Uno. Según se informó, mañana tomará posesión como delegado estatal del Instituto Nacional del Deporte, Cecilio Lepe Bautista, ex presidente municipal de Manzanillo.
Dos. Salvador Alaniz de la Mora, delegado de la CNC en el estado, donó un paquete de libros para la biblioteca de la secundaria técnica Laureano Cervantes Vázquez, ubicada en Venustiano Carranza, en Manzanillo.
Tres. El problema de muchos miembros de partidos de oposición, es que se convierten en excelentes críticos del sistema, más intolerantes debido a que no admiten el más mínimo señalamiento en contra de su partido. Así se ha visto en el Congreso.
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